jueves, 22 de noviembre de 2018

CAP II. LA NUEVA HUMANIDAD B) EL COMPROMISO DE JESÚS POR EL BIEN DEL HOMBRE: SU BAUTISMO.

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Siguiendo el Evangelio de Marcos, Jesús, un carpintero de Nazaret (Mc 6,3 ), llega a Galilea para ser bautizado por Juan. Se suma así a la contestación comenzada por el Bautista, solidarizándose con el deseo de cambio expresado por el pueblo.

Su bautismo tiene, sien embargo, un sentido diferente del de la gente. El no confiesa haber sido cómplice de la injusticia; esto quiere decir que no tiene un pasado pecador que cancelar ni necesita un cambio de vida. En el caso de Jesús, la muerte simbolizada por el bautismo no se refiere al pasado, sino al futuro: está dispuesto a una entrega total por el bien de la humanidad, a sacar a los hombres de la situación de injusticia y opresión en que se encuentran, dando para ello hasta la propia vida, si fuera preciso. Por eso, cuando más tarde Jesús alude a su muerte, la describe como un bautismo (Mc 10,38 ). 

El bautismo de Jesús representa, pues, su compromiso total por el bien de los hombres. Quiere instaurar una nueva relación humana, basada en la justicia, que permita una sociedad diferente. EL hecho de que acepte una posible muerte en el desempeño de su misión implica que es consciente de la oposición que su obra va a provocar en los círculos de poder, que no estarán dispuestos a tolerar la emancipación del pueblo.

De este modo, Jesús muestra su inconformismo con la situación; no puede soportar la injusticia. El motivo que lo impulsa es, por tanto, el amor a la humanidad.

Ante ese amor y ese compromiso, que no escatima ni la propia vida, se produce la comunicación divina, que revela la sintonía total entre la actitud de Jesús y la de Dios mismo. De hecho, el compromiso de Jesús refleja precisamente lo que es Dios para el hombre: el que, para darle vida, se entrega al hombre sin reservas ni condiciones. Para expresar esta sintonía, el evangelista utiliza diversas imágenes:

Inmediatamente, mientras salía del agua, Jesús vio rasgarse el cielo y el Espíritu bajar como paloma hasta él. Hubo una voz del cielo: <<Tú eres mi Hijo, el amado, en ti he puesto mi favor>> (Mc 1,10-11  ).

Con la imagen <<rasgarse el cielo>> el evangelista expresa que queda abierta la frontera entre el mundo divino y el humano, es decir, que en la persona de Jesús se establece la comunicación definitiva entre Dios y el hombre (lo rasgado no se puede cerrar). El abismo entre el hombre y Dios, abierto por la infidelidad humana, queda así suprimido.

EL verbo <<rasgarse>> expresa una violencia, es decir, la urgencia o, por decirlo así, la impaciencia de Dios (<<inmediatamente>>) por comunicarse al que, como Jesús, se compromete hasta el fin por el bien del hombre.

Con la metáfora <<el Espíritu>>, que originariamente significa <<viento>> (fuerza) o <<aliento>> (vida), se designa la vida y la fuerza de Dios. La frase <<bajar como paloma>> alude al modo de hablar propio de aquella cultura, donde era proverbial la querencia de la paloma por su nido. Al utilizarla, se está indicando que el lugar natural del Espíritu de Dios, o de Dios mismo, es el hombre que muestra tal amor a la humanidad. Pero, además, en la tradición judía se hablaba de que el Espíritu de Dios <<se cernía sobre las aguas>> de la primera creación como una paloma sobre su nidada. La bajada del Espíritu sobre Jesús significa que en él culmina la creación, que el compromiso que ha hecho, por el cual participa de la vida y fuerza de Dios, lo levanta hasta la plena condición humana, la del Hombre-Dios.

El evangelista utiliza también la imagen de la voz de Dios (<<hubo una voz del cielo>>), que se revela como Padre y declara a Jesús Hijo, Rey y Servidor, aludiendo a textos del Antiguo Testamento.

En el ambiente judío de aquel tiempo, <<ser hijo de alguien>> no significaba solamente haber nacido de esa persona, sino sobre todo comportarse como ella. <<El Hijo de Dios>> (alusión a Sal 2,7 ) es, por tanto, el que, por su amor total al hombre, tiene el Espíritu de Dios y se comporta exactamente como Dios mismo, siendo su presencia en la tierra. Viendo a Jesús, conociendo sus actitudes y su actividad, conocemos a Dios (Jn 12,45 ;  14,8-10 ). Es más el único modo de conocer al Dios verdadero es mirar a Jesús. Cualquier idea sobre Dios es falsa si no corresponde a lo que hace y dice Jesús (Jn 1,18 PRÓLOGO 1,1-18 ). 

La figura del Rey-Mesías (Sal 2,2.7) encarnaba la salvación para Israel; la del Servidor, la salvación para todas las naciones (Is 42,1-4.6;ISAÍAS II. CAPÍTULO 42.  cf.  Mt 12,17-21  ). Rey indicaba triunfo; Servidor, entrega y sufrimiento (Is 53,3-12 ISAÍAS II. CAPÍTULO 53.). Al unirse en la persona de Jesús estos rasgos dispersos en el Antiguo Testamento, se ve que en el plan de Dios la idea del Mesías no coincidía con la que tenían los judíos; el Mesías no va a dominar al hombre, sino a servirle (Mc 10,45 ). La misión de Jesús, lo mismo como Rey que como Servidor, va a ser implantar la justicia y defender al pobre y al explotado (Sal 72, 1-4.12.14 ;  Is 42,1-4.6 ISAÍAS II. CAPÍTULO 42.;  49,9-13 ISAÍAS II. CAPÍTULO 49.). 

Por tanto, la escena del bautismo de Jesús describe su investidura para realizar su labor en favor de la humanidad. Queda constituido Mesías, el liberador esperado.