domingo, 13 de enero de 2019

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. C) LA PRAXIS LIBERADORA. 6. El legalismo.

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A través de la enseñanza impartida en la sinagoga cada sábado, el pueblo era adoctrinado en la ideología farisea por los letrados de esta tendencia. Jesús frecuenta la sinagoga para abrir al pueblo con su enseñanza un horizonte alternativo y afirmar la posibilidad de cambio. Inevitablemente se suscita el conflicto; tanto su enseñanza como las acciones liberadoras ejercidas en la sinagoga, que describen de modo figurado el efecto de su enseñanza, chocan de tal modo con los intereses de la institución (Mc 3,1-7a par. ; Lc 13,10-17 ) o con el fanatismo del pueblo dominado por ella (Mc 1,21b-28  , el poseído por un espíritu inmundo; 6,1-7  par., la gente de su tierra), que Jesús se ve amenazado de muerte (Mc 3,6  ; Lc 4,16-30 ). Las posibilidades que abre al hombre y la emancipación a que lo invita resultan insoportables para un sistema cuyo interés principal es el dominio de la ideología y de la conducta (Jn 5,8-18     .). 

El legalismo propugnado por la escuela farisea era el modelo de conducta propuesto al pueblo. La ley, multiplicada en innumerables preceptos por esta escuela, cercenada toda iniciativa humana y atenazada la libertad. La máxima expresión de esta opresión era la observancia del precepto del descanso sabático o festivo. La casuística tejida en torno a él era tan agobiante que lo que debía haber sido un día de fiesta y alegría se había convertido en un tormento. El sencillo acto de arrancar unas espigas se consideraba pecaminoso (Mc 2,23s ); lo mismo la curación de un enfermo o inválido (Mc 3,2; Jn 5,16 ).

Jesús reprocha a los fariseos su legalismo, mostrándoles que, incluso dentro de la tradición del AT, su rigor interpretativo contradecía los datos de la Escritura (Mc 2,23-26 par. ). Enuncia dos principios, el primero válido para la antigua alianza; el hombre no es esclavo del precepto, sino que el precepto se dio para bien del hombre (Mc 2,27); el segundo, válido para la sociedad nueva, en la que el Hombre, dotado del Espíritu, está, como Dios mismo, por encima de todo precepto (Mc 2,28 par.). 

Como se ve, la acción de Jesús invita a romper con las trabas religiosas y sociales para ir haciendo hombres libres capaces de formar la nueva sociedad. La antigua pretende tutelar al hombre y someterlo a estructuras ya hechas; en la nueva, los hombres han de desplegar su iniciativa y crear ellos mismos las estructuras que favorezcan su desarrollo.

sábado, 12 de enero de 2019

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. C) LA PRAXIS LIBERADORA. 5. El culto alienante.

El templo desplegaba una liturgia esplendorosa, sostenida por el impuesto religioso anual, el dinero de los sacrificios y los donativos voluntarios de los fieles. Ya los profetas habían denunciado el culto hipócrita que encubría la injusticia (Is 1,10-17 
El Evangelio de Juan subraya el contraste entre las fiestas oficiales y la miseria del pueblo (5,1-4 ) y el sarcasmo que suponía celebrar la Pascua, fiesta de la liberación, para un pueblo oprimido y explotado (6,4-6 ). Por eso, en este evangelio las fiestas ya no son <<del Señor>>, sino <<de los judíos>>, es decir, de la clase dominante y de sus adictos (2,13; 6,4; 7,2 ; 11,55 ). Esto explica que el propósito de Jesús sea sacar a la gente de la institución religiosa, representada por el templo (Jn 2,14; 10,1-5 ; Mc 3,27  par.).  

El culto tradicional humillaba al hombre, porque acentuaba de tal modo la distancia entre Dios y su criatura, que ésta necesariamente se sentía pequeña e indigna ante Dios; además, desde hacía mucho tiempo se había convertido en un culto alienante, porque separaba el amor a Dios del amor al  hombre (Mt 5,23s  ; 12,7 ); centraba a los fieles en Dios, sin comprometerlos en un esfuerzo por la justicia.

Jesús cambia el concepto de culto. Si dar culto a Dios significa honrarlo, lo que honra a Dios no es la sumisión del hombre, sino la semejanza del hombre con él, como la de hijo a Padre. Como Dios es fuerza de amor (Jn 4,24: <<Dios es Espíritu>>), esta semejanza se va consiguiendo por la práctica del amor a los demás, es decir, por la entrega para procurar el bien de la humanidad. Este culto no disminuye ni aliena al hombre; al contrario, lo eleva y lo desarrolla. Su ejercicio no necesita espacios sagrados (templos, Jn 4,21) ni requiere tiempos particulares; su ámbito es el mundo, y se realiza sin interrupción. El culto es la vida misma animada por el amor (Jn 4,23).

miércoles, 9 de enero de 2019

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. C) LA PRAXIS LIBERADORA. 4. Indignidad y culpa.

La distinción entre puro e impuro, que imponía incesantes ritos purificatorios, y la multiplicación y complejidad de los preceptos religiosos creaban en el pueblo un profundo sentido de indignidad y culpa delante de Dios. La relación con él se veía continuamente amenazada; incluso actos fisiológicos tan normales como la mestruación o el parto alejaban de Dios y obligaban a purificarse. El desprecio que letrados y fariseos sentían por la masa del pueblo, incapaz de ser fiel a tantas minucias de observancia religiosa (Jn 7,49  ), achacando los males de la nación a castigo de Dios por esa infidelidad, acrecentaba el sentido de culpa.

El pasaje de las bodas de Caná (Jn 2,1-11 ) presenta precisamente de manera figurada al pueblo de la antigua alianza (la boda) dominado por un sentimiento de culpa (las seis enormes tinajas destinadas al agua de la purificación) que le impide la experiencia del amor de Dios (<<no tienen vino>>). Jesús muestra el vacío y la inutilidad de los ritos purificatorios (las tinajas no contienen agua) y hace gustar el amor de Dios (el vino de calidad, el Espíritu) que será comunicado como fruto de su muerte (<<su hora>>). El Dios-amor es todo lo contrario del Dios de la Ley; nunca separa al hombre de él ni cesa de ofrecerle su amor; no humilla al hombre, lo dignifica haciéndolo semejante a él.

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. C) LA PRAXIS LIBERADORA. 3. La ideología opresora.

Frente a la ideología oficial, Jesús suscita el espíritu crítico. De hecho, su enseñanza provoca en el pueblo el descrédito de los maestros consagrados (Mc 1,22  ; Mt 7,28s ), minando así su autoridad y liberando a la gente de su influjo. Ante la imposición de ciertas doctrinas sobre la purificación, Jesús las califica de doctrinas humanas y descubre cómo en nombre de la tradición los letrados invalidan el mandamiento de Dios (Mc 7,1-13 ). 

Contra el criterio oficial para determinar lo que impedía al hombre acercarse a Dios, basado, entre otras coas, en el contacto físico con realidades tan cotidianas como el alimento, Jesús señala que lo que obstaculiza la relación con Dios es el mal corazón; a los letrados que defendían ese criterio los llama <<ciegos y guías de ciegos>> e invita a sus discípulos a no hacer caso de ellos (Mt 15,14  ).

Delante de toda la multitud congregada en el templo desacredita con dureza a los dirigentes espirituales del pueblo, poniendo de manifiesto su falsedad y su corrupción (Mt 23,1-33 ). Pretende Jesús abrir los ojos a la gente para que no se dejen embaucar por lo aparente, sino que tomen conciencia de la realidad y obren en consecuencia.

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. C) LA PRAXIS LIBERADORA. 2 La marginación.

Ante la marginación existente, impuesta en nombre de la Ley divina, Jesús niega que Dios imponga marginación alguna y se esfuerza por romperla. Tal es el caso del leproso, que, en aquella sociedad, era el marginado por antonomasia; Jesús acepta que se le acerque, viola él mismo la Ley tocando al leproso y demuestra con la curación que aquella marginación no era querida por Dios (Mc 1,39-45  ). Lo mismo ocurre con la curación de la mujer con flujos, figura de ciertos grupos socialmente marginados, que han buscado en vano una salida a su situación dentro del ámbito de la Ley; van a encontrar la solución en Jesús sacudiéndose el yugo de la Ley discriminatoria (Mc 5,24-34   ). Su conducta con los descreídos y gente de mala fama, que provocaba gran escándalo en los círculos tradicionales (Mc 2,15-17 par.  ; Lc 7,36-50 ), enseña a romper las barreras que una sociedad, por motivos ético-religiosos, sociales y políticos, levanta entre grupos humanos. El comportamiento de Jesús con los marginados de toda clase no manifiesta solamente una actitud personal, sino que revela la de Dios mismo, enemigo de toda discriminación (Lc 15,1-32 ). 

domingo, 6 de enero de 2019

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. C) LA PRAXIS LIBERADORA. 1. El nacionalismo.

Al nacionalismo fanático Jesús opone un universalismo radical (Mt 8,11 par. ; Mc 4,30-32 par. ; 7,24-30 par.  ; 13,10 par. ; 14,9 par. ). Lo expresa en la curación del paralítico, que en Marcos es figura de la humanidad pecadora (Mc 2,1-13  ). Es más, si el antiguo pueblo escogido había tenido por misión ser centro de atracción para todas las naciones, el nuevo Israel ha de ponerse ahora al servicio de la humanidad entera (Mt 28,19 ; Hch 1,8 ). Los espíritus inmundos y demonios que aparecen en los evangelios son figuras de ideologías de violencia; en el caso de los judíos, de la ideología nacionalista fanática. Las expulsiones que realiza Jesús significan la liberación de esas ideologías (Mc 1,23-28.34  ; 9,14-29 par. ; Lc 11,14 ).

viernes, 4 de enero de 2019

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. C) LA PRAXIS LIBERADORA.

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El esfuerzo liberador de Jesús se centra en la liberación ideológica del pueblo. De hecho, mucho más profunda que la sumisión al poder romano, género de opresión evidente para todos, era la opresión creada por una ideología religioso-política que se presentaba avalada por la autoridad de Dios mismo.

En nombre de Dios se fomentaba el nacionalismo fanático (Mt 3,8s par.  ; Mc 11,10 ; 12,35-37  par.; Hch 1,6 ), se practicaba la marginación dentro de la sociedad judía (Mc 1,39-45 par.  ; 5,24-34 par.  ), se pedía la sumisión ciega a la interpretación de la Ley propuesta por los dirigentes (Mc 7,1-7 ; Lc 13,14 ; Jn 7,49  ), se inculcaba el sentido de indignidad y de culpa delante de Dios (Lc 5,8 ; Jn 2,1-11 ), se celebraba un culto alienante y explotador (Mt 12,7  ; Mc 11,17 par. ; Jn 2,16 ) y se impedía toda libertad e iniciativa, haciendo imposible el desarrollo del hombre (Mc 2,23-26 ; 3,1-7a).

jueves, 3 de enero de 2019

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. B) JESÚS, EL HOMBRE LIBRE.

En la compleja sociedad en que vive, dominada por el legalismo, convulsionada por tensiones ideológicas, con graves problemas sociales y sometida a la dominación extranjera, la figura de Jesús aparece como la de un hombre libre que no se deja condicionar por los presupuestos ni las circunstancias de su sociedad.

En primer lugar, hace caso omiso de las prescripciones de la ley religiosa, curando en día de sábado (Mc 1,29-31  ; 3,1-7a ), defendiendo la libertad de sus discípulos frente a la interpretación farisea de la Ley (Mc 2,23-26 par.) y afirmando su superioridad sobre la Ley misma (Mc 2,28 par.). No respeta las minuciosas prescripciones sobre lo puro y lo impuro, ni en cuestión de alimentos (Mc 7,1-23 ), ni en el caso de personas, consideradas impuras por la Ley, lo que causaba la marginación de enteros grupos sociales (Mc 1,39-45  ; 5, 25-34  ). 

Invitado a comer por un fariseo, no cumple las abluciones rituales purificatorias que todo judío piadoso practicaba antes de las comidas, y ante la crítica que su omisión suscita, arremete contra la hipocresía que se ocultaba tras las observancias (Lc 11,37-44 ).

Contra la práctica, apoyada en la ley religiosa, que prohibía el trato con gente de mala fama, como los recaudadores y los descreídos, Jesús, con gran escándalo de los observantes, se relaciona con ellos, los invita a seguirlo y los admite en su comunidad (Mc 2,14-17  ). Lo mismo hace con otras categorías marginadas, como era el caso de las mujeres; lo acompañan en un viaje por Galilea y ayudan económicamente al grupo de discípulos (Lc 8,1-3 ). En otra ocasión, sus mismos discípulos se extrañan de que hable con una mujer (Jn 4,27 ). Era inconcebible que un hombre respetable se dejara tocar por una mujer de mala conducta, y Jesús permite que la pecadora arrepentida le perfume y le bese los pies, con el consiguiente escándalo del fariseo que lo había invitado a su mesa (Lc 7,36-39 ).  A las críticas que provoca su actitud con los descreídos, Jesús responde afirmando que tal es la actitud de Dios con ellos (Lc 15,3-32 ), con lo que anula el fundamento teológico del comportamiento de letrados y fariseos.

Jesús no se salta solamente las barreras creadas dentro de su sociedad, sino que también acepta a los paganos, que, a los ojos de los judíos, eran impuros y, por esta razón, gente cuyo contacto había que evitar (Mt 8,5-9 ); Jesús los considera más aptos para la sociedad nueva que los mismos israelitas (Mt 8,10-12 ;  22,1-10 ; Lc 13,28s ;  14,15-24 ;  Mc 12,1-12 par. ).

Otro aspecto de la libertad de Jesús es su valentía para encararse con los dirigentes tanto religiosos-políticos (sumos sacerdotes y senadores) como espirituales (letrados y fariseos). Denuncia su conducta y su hipocresía, los ataca directamente, diciendo al pueblo que aquellos que tiene por santos no son más que unos hipócritas, porque su verdadera motivación no es honrar a Dios, sino buscar una fama de santidad que les dé poder sobre el pueblo (Mt 6,1s.5.16  ); en su cara los llama <<ladrones>> e <<inmorales>> (Mt 23,25 par.;  Lc 11,39 ;  Jn 10,1ss ). Previene al pueblo contra su doctrina, porque no enseñan lo que Dios ha dicho, sino lo que ellos han inventado (Mt 15,3-9  ; 23,16-22  par.); pone al descubierto su indiferencia por el bien del hombre, mientras se entretienen con nimiedades religiosas (Mt 23,23s) y los acusa de que, con su fanatismo, llegan hasta asesinar a los enviados de Dios (Mt 23,29-31).  Ridiculiza su afán de sobresalir y la solemnidad de su atuendo, rechaza sus títulos y denuncia la explotación que, so pretexto de piedad, hacen de los más débiles (Mt 23,5-10; Mc 12,38-40   ).

A los sumos sacerdotes los llama <<bandidos>> (Mt 21,13 y paralelos  ) y a los círculos de poder les anuncia que, por su infidelidad a Dios, la nación va a la ruina (Mc 12,9 par.  ). A los dirigentes saduceos les dice que están más lejos de Dios que la gente más despreciada por su sociedad, los recaudadores y las prostitutas (Mt 21,28-32  ) y los acusa a ellos, los responsables del templo, de desconocer la Escritura y la fuerza de Dios, dador de vida, y de profesar un craso materialismo (Mc 12,18-27  ).

En cuanto a la autoridad civil, Jesús no se deja amedrentar por la pretendida autoridad de Pilato, sino que le advierte de la responsabilidad que conllevan sus decisiones como juez (Jn 19,9-11).  Muestra su libertad respecto al tetrarca Herodes, llamándolo un <<don nadie>> y negándole el derecho a disponer de su vida (Lc 13,31s ); ante el tribunal de Herodes, Jesús no despegará los labios (Lc 23,8-12 ). 


Corrige la Ley de Moisés, proponiendo una fidelidad a Dios no basada en su cumplimiento, sino en el amor que procura el bien del hombre (Mt 5,21-48    ), llegando incluso a señalar que el mismo Moisés había traicionado el designio divino (Mc 10,3-9  ).


En una sociedad cuyo pilar fundamental era la familia, Jesús no considera a ésta como un valor absoluto; no sólo él rompe con ella (Mc 3,31-35 par.   ; 6,4 ),  sino que enseña a hacer lo mismo cuando se convierte en obstáculo para el desarrollo del hombre o para la creación de la sociedad alternativa (Lc 14,26 par. ). De hecho, su mensaje puede crear una división que rompa los vínculos de sangre (Mc 13,12 ; Lc 9, 59-62 ; 12,49-53 ; Mt 8,21s ).


miércoles, 2 de enero de 2019

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. A) EL NUEVO ÉXODO.

La alusión al éxodo aparece ya en la localización de Juan Bautista en el desierto (Mc 1,4  ), y los textos que se citan para presentar su figura (Mc 1,2s) anuncian la obra del Mesías como la realización del éxodo. Las multitudes del país judío <<salen>> (Mc 1,5) de su sociedad para responder a la llamada de Juan. La sociedad judía aparece así como la tierra de opresión de la que Dios llama a salir por medio del profeta.

El río Jordán, frontera de la antigua tierra prometida, es el lugar donde Juan realiza su bautismo (Mc 1,5), y en Jn 10,40  Jesús pasa al otro lado del río, como antaño los israelitas, pero en dirección contraria, porque, en su fase histórica, <<la tierra prometida>>, es decir, la comunidad de Jesús, se situará fuera del judaísmo.

Después de su bautismo, Jesús aparece en <<el desierto>> (Mc 1,12s par.). No se trata de un desierto geográfico, sino simbólico, como lo muestra la calidad de sus habitantes (Satanás, las fieras, los ángeles); de hecho, los <<cuarenta días>> que pasa Jesús en él representan el tiempo de su vida pública, en paralelo con los <<cuarenta años>> que pasó Israel en el desierto. De este modo, toda la obra de Jesús se presenta como un éxodo liberador, hasta llegar como pionero, con su muerte-resurrección, a la <<tierra prometida>> más allá de la historia. La imagen del <<desierto>> representa así la ruptura radical de Jesús con los valores de la sociedad opresora, por haber asumido los que llevan al hombre a su plenitud.

En Mateo, ya desde los episodios de la infancia se alude al éxodo de Jesús (2,15: <<De Egipto llamé a mi Hijo>> ), y Herodes es descrito con los rasgos del faraón opresor (2, 13.16).

Otros muchos detalles de los evangelios se inspiran en las categorías del éxodo: la impropia denominación <<el mar>>, empleada por Mateo, Marcos y Juan para designar el lago de Galilea (Mc 1,16 ; Mt 13,1; Jn 6,1, etc) alude al mar Rojo, que atravesó Israel para salir de la esclavitud y encaminarse a la tierra prometida. En estos tres evangelistas, la tierra de esclavitud es el país judío, es decir, la ideología del judaísmo y las instituciones que la encarnan; <<la tierra prometida>>, en su fase histórica, es la nueva comunidad humana, fuera de las <<fronteras>> de Israel. Los evangelistas afirman así, por una parte, la universalidad de la sociedad nueva, y por otra, que hay que salir de las categorías del judaísmo para poder ser libre. Lucas expresa la misma idea hablando del éxodo definitivo que ha de realizar Jesús a partir de Jerusalén (Lc 9,31 ), aludiendo a su muerte,y del que han de realizar sus discípulos en la historia fuera de la institución judía (Hch 1,8 ).

En algunos episodios aluden los evangelistas a textos del Antiguo Testamento relativos al éxodo de Egipto (Mc 8,23: <<cogiéndolo de la mano, lo sacó de la aldea>> . ; cf. Jr 31,32 JEREMÍAS. CAPÍTULO 31.) o de Babilonia (Mc 7,32: <<sordo y tartamudo, etc >>; cf. Is 35,5s ISAÍAS. CAPÍTULO 35. ). 

En la curación del leproso, Jesús <<lo empuja fuera>> (Mc 1,43  ), sin que el evangelista haya indicado antes que se encuentren en un lugar cerrado; con esto quiere significar que Jesús lo hace <<salir>> de la categorías religiosas que lo mantenían marginado.

En Juan, la misma salida/éxodo se simboliza con la expulsión de las ovejas, figura del pueblo, fuera del templo (Jn 2,14s ; 10,4 ), centro de la opresión religiosa y política de Israel. Los sinópticos lo expresan con el <<saqueo>> de la casa del <<fuerte>> (Mc 3,27 par.  ); Jesús no pretende reformar la institución judía, radicalmente injusta, sino quitarle su base, liberando al pueblo de su influjo.

La tipología del éxodo penetra todo el Evangelio de Juan. Presenta a Jesús como <<el Cordero de Dios (1,29.36  ), con su doble función de alimento para el nuevo éxodo (6,53-56 , alusión a la eucaristía) y de liberador de la muerte (6,39s ). Al cordero pascual alude el texto de Ex 12,46 ÉXODO. CAPÍTULO 12. citado por Juan con relación a Jesús en la cruz (Jn 19,36: <<No se le romperá ni un hueso>> ). 

Al maná, alimento de los israelitas durante la travesía del desierto, que fue llamado <<pan del cielo>>, opone Jesús el verdadero pan del cielo, que es él mismo (6,51 ), alimento para el nuevo éxodo, que, a diferencia del antiguo, no fracasará con la muerte (6,49s).

Se aprecia la transposición que hacen los evangelistas de los elementos del antiguo éxodo. El nuevo no va a consistir en un desplazamiento local, sino en un rechazo de los principios de la sociedad injusta, que libera al hombre de la opresión que ésta ejerce.