domingo, 10 de marzo de 2019

CAP IV. EL DIOS DE JESÚS. B) LA NOVEDAD DE JESÚS: EL DIOS-AMOR

En medio de esta humanidad, judía o pagana, oprimida de hecho por la creencia en divinidades en mayor o menor grado rivales del hombre y que lo aplastaban o humillaban con su poder, frustrando sus ansias de plenitud y felicidad, aparece Jesús. El Dios que anuncia no es un Dios distante, está en la intimidad del hombre (Mt 6,6); no es un Dios que castiga, sino que usa misericordia (Mt 18,27); no actúa como juez, sino que viene en ayuda (Mt 18,12-14); no domina, sino que promociona al hombre (Jn 13,12-15).

Esta diferencia y novedad fundamental se debe a que Jesús experimenta y concibe a Dios como puro amor. Tal es la formulación de Juan y de su escuela. Según este evangelista, la gloria y riqueza de Dios es precisamente un amor al hombre sin límite y sin fallo (Jn 1,14: <<amor y lealtad>>); <<Dios es Espíritu>>, es decir, amor activo (Jn 4,24), y la primera carta de Juan afirma rotundamente que <<Dios es amor>> (1 Jn 4,8).

Esta concepción de Dios se encuentra en cada página del Evangelio de Juan, sea afirmada explícitamente de Dios, sea de Jesús, su presencia en la tierra. Dios mostró su amor a la humanidad llegando a dar a su Hijo amado para que el mundo por él se salvara (3,16). Jesús, que siempre había amado a los suyos, les demostró su amor hasta el fin (13,1). Numerosas figuras simbolizan el amor de Dios: el vino (2,3.9), el perfume (12,3), la sangre y el agua (19,34) y, sobre todo, el Espíritu (1,33), que es la fuerza de vida / amor de Dios mismo.

Otra manera de expresar esta experiencia de Dios propia de Jesús es la denominación <<el Padre>>, que significa aquel que, por amor (Mc 1,11: <<mi Hijo, el amado>>), comunica su propia vida (Mc 1,10s: bajada del Espíritu). En coherencia con ella, Jesús tiene conciencia de ser <<el Hijo de Dios>>, y se presenta como tal manifestando entre los hombres el amor del Padre.

Esta concepción está presente en los cuatro evangelistas. <<El Padre>>es el nombre de Dios para la comunidad cristiana, como se ven en el <<Padre nuestro>> (Mt 6,9; Lc 11,2), donde no aparece la denominación <<Dios>>, que lo designa en cuanto creador y se refiere, por tanto, a la humanidad entera (13,19); <<Señor>>, que lo designa como Dios de Israel (13,20); <<el Padre>>, en relación con la comunidad cristiana (13,32).

La exposición que hace Pablo del fruto del Espíritu desarrolla el significado del Dios-amor: <<El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, tolerancia, agrado, generosidad, lealtad, sencillez, dominio de sí>> (Gál 5,22s). Siendo el Espíritu la vida misma de Dios, su fruto en el hombre ha de ser reflejo de la realidad divina.

La idea del Dios-amor desbanca las concepciones propuestas por las religiones. Por eso afirma Juan en el texto ya citado del Prólogo a su Evangelio: <<A la divinidad nadie la visto nunca; un Hijo único, que es Dios, el que está de cara al Padre, él ha sido la explicación>> (Jn 1,18). Con esta frase advierte el evangelista que se debe poner en cuarentena toda idea adquirida de Dios, ya provenga del AT, ya de la religión o filosofía pagana. Nadie, antes de Jesús, tuvo la plena experiencia de la realidad divina, y en toda manera de proponer la idea de Dios a lo largo de la historia ha habido elementos culturales y proyecciones humanas que la han deformado, ignorando lo esencial. Sólo se puede conocer lo que es Dios a través de Jesús: <<El que me ve a mí, está viendo al Padre>> (Jn 14,9).

A partir de esta concepción, las ideas tradicionales sobre Dios se ven radicalmente mofificadas. La fisonomía de Dios que va trazando la experiencia de Jesús tiene los siguientes rasgos fundamentales:



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