La originalidad del mensaje y de la actividad liberadora de Jesús expuestos en los capítulos anteriores tiene su fundamento en la experiencia de Dios propia de Jesús, que representó una novedad absoluta en relación con las ideas sobre Dios que poseía la humanidad. Así lo expresa el prólogo del Evangelio de Juan con la frase: <<A la divinidad nadie la ha visto nunca; un Hijo único, que es Dios, el que está de cara al Padre, él ha sido la explicación>> (Jn 1,18 PRÓLOGO 1,1-18). Esta nueva experiencia de Dios, según aparece en los evangelios, constituye la materia del presente capítulo.
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