Ante la marginación existente, impuesta en nombre de la Ley divina, Jesús niega que Dios imponga marginación alguna y se esfuerza por romperla. Tal es el caso del leproso, que, en aquella sociedad, era el marginado por antonomasia; Jesús acepta que se le acerque, viola él mismo la Ley tocando al leproso y demuestra con la curación que aquella marginación no era querida por Dios (Mc 1,39-45 39-45., Evangelio de Marcos. Predicación en Galilea. La marginación. El leproso. 1 ). Lo mismo ocurre con la curación de la mujer con flujos, figura de ciertos grupos socialmente marginados, que han buscado en vano una salida a su situación dentro del ámbito de la Ley; van a encontrar la solución en Jesús sacudiéndose el yugo de la Ley discriminatoria (Mc 5,24-34 1a, 21-6, Evangelio de Marcos. La hija de Jairo. El Israel sometido a la institución. 5 ). Su conducta con los descreídos y gente de mala fama, que provocaba gran escándalo en los círculos tradicionales (Mc 2,15-17 par.1-17., Evangelio de Marcos. La exposición del mensaje. El paralítico. 2 ; Lc 7,36-50 36-50., Evangelio de Lucas. En casa del fariseo. La pecadora. Lc 7), enseña a romper las barreras que una sociedad, por motivos ético-religiosos, sociales y políticos, levanta entre grupos humanos. El comportamiento de Jesús con los marginados de toda clase no manifiesta solamente una actitud personal, sino que revela la de Dios mismo, enemigo de toda discriminación (Lc 15,1-32 25-15, 32., Evangelio de Lucas. Invitación al discipulado. General aceptación de los pecadores. Lc 14 ).
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