jueves, 3 de enero de 2019

CAP III. LA ACTIVIDAD LIBERADORA DE JESÚS. B) JESÚS, EL HOMBRE LIBRE.

En la compleja sociedad en que vive, dominada por el legalismo, convulsionada por tensiones ideológicas, con graves problemas sociales y sometida a la dominación extranjera, la figura de Jesús aparece como la de un hombre libre que no se deja condicionar por los presupuestos ni las circunstancias de su sociedad.

En primer lugar, hace caso omiso de las prescripciones de la ley religiosa, curando en día de sábado (Mc 1,29-31  ; 3,1-7a ), defendiendo la libertad de sus discípulos frente a la interpretación farisea de la Ley (Mc 2,23-26 par.) y afirmando su superioridad sobre la Ley misma (Mc 2,28 par.). No respeta las minuciosas prescripciones sobre lo puro y lo impuro, ni en cuestión de alimentos (Mc 7,1-23 ), ni en el caso de personas, consideradas impuras por la Ley, lo que causaba la marginación de enteros grupos sociales (Mc 1,39-45  ; 5, 25-34  ). 

Invitado a comer por un fariseo, no cumple las abluciones rituales purificatorias que todo judío piadoso practicaba antes de las comidas, y ante la crítica que su omisión suscita, arremete contra la hipocresía que se ocultaba tras las observancias (Lc 11,37-44 ).

Contra la práctica, apoyada en la ley religiosa, que prohibía el trato con gente de mala fama, como los recaudadores y los descreídos, Jesús, con gran escándalo de los observantes, se relaciona con ellos, los invita a seguirlo y los admite en su comunidad (Mc 2,14-17  ). Lo mismo hace con otras categorías marginadas, como era el caso de las mujeres; lo acompañan en un viaje por Galilea y ayudan económicamente al grupo de discípulos (Lc 8,1-3 ). En otra ocasión, sus mismos discípulos se extrañan de que hable con una mujer (Jn 4,27 ). Era inconcebible que un hombre respetable se dejara tocar por una mujer de mala conducta, y Jesús permite que la pecadora arrepentida le perfume y le bese los pies, con el consiguiente escándalo del fariseo que lo había invitado a su mesa (Lc 7,36-39 ).  A las críticas que provoca su actitud con los descreídos, Jesús responde afirmando que tal es la actitud de Dios con ellos (Lc 15,3-32 ), con lo que anula el fundamento teológico del comportamiento de letrados y fariseos.

Jesús no se salta solamente las barreras creadas dentro de su sociedad, sino que también acepta a los paganos, que, a los ojos de los judíos, eran impuros y, por esta razón, gente cuyo contacto había que evitar (Mt 8,5-9 ); Jesús los considera más aptos para la sociedad nueva que los mismos israelitas (Mt 8,10-12 ;  22,1-10 ; Lc 13,28s ;  14,15-24 ;  Mc 12,1-12 par. ).

Otro aspecto de la libertad de Jesús es su valentía para encararse con los dirigentes tanto religiosos-políticos (sumos sacerdotes y senadores) como espirituales (letrados y fariseos). Denuncia su conducta y su hipocresía, los ataca directamente, diciendo al pueblo que aquellos que tiene por santos no son más que unos hipócritas, porque su verdadera motivación no es honrar a Dios, sino buscar una fama de santidad que les dé poder sobre el pueblo (Mt 6,1s.5.16  ); en su cara los llama <<ladrones>> e <<inmorales>> (Mt 23,25 par.;  Lc 11,39 ;  Jn 10,1ss ). Previene al pueblo contra su doctrina, porque no enseñan lo que Dios ha dicho, sino lo que ellos han inventado (Mt 15,3-9  ; 23,16-22  par.); pone al descubierto su indiferencia por el bien del hombre, mientras se entretienen con nimiedades religiosas (Mt 23,23s) y los acusa de que, con su fanatismo, llegan hasta asesinar a los enviados de Dios (Mt 23,29-31).  Ridiculiza su afán de sobresalir y la solemnidad de su atuendo, rechaza sus títulos y denuncia la explotación que, so pretexto de piedad, hacen de los más débiles (Mt 23,5-10; Mc 12,38-40   ).

A los sumos sacerdotes los llama <<bandidos>> (Mt 21,13 y paralelos  ) y a los círculos de poder les anuncia que, por su infidelidad a Dios, la nación va a la ruina (Mc 12,9 par.  ). A los dirigentes saduceos les dice que están más lejos de Dios que la gente más despreciada por su sociedad, los recaudadores y las prostitutas (Mt 21,28-32  ) y los acusa a ellos, los responsables del templo, de desconocer la Escritura y la fuerza de Dios, dador de vida, y de profesar un craso materialismo (Mc 12,18-27  ).

En cuanto a la autoridad civil, Jesús no se deja amedrentar por la pretendida autoridad de Pilato, sino que le advierte de la responsabilidad que conllevan sus decisiones como juez (Jn 19,9-11).  Muestra su libertad respecto al tetrarca Herodes, llamándolo un <<don nadie>> y negándole el derecho a disponer de su vida (Lc 13,31s ); ante el tribunal de Herodes, Jesús no despegará los labios (Lc 23,8-12 ). 


Corrige la Ley de Moisés, proponiendo una fidelidad a Dios no basada en su cumplimiento, sino en el amor que procura el bien del hombre (Mt 5,21-48    ), llegando incluso a señalar que el mismo Moisés había traicionado el designio divino (Mc 10,3-9  ).


En una sociedad cuyo pilar fundamental era la familia, Jesús no considera a ésta como un valor absoluto; no sólo él rompe con ella (Mc 3,31-35 par.   ; 6,4 ),  sino que enseña a hacer lo mismo cuando se convierte en obstáculo para el desarrollo del hombre o para la creación de la sociedad alternativa (Lc 14,26 par. ). De hecho, su mensaje puede crear una división que rompa los vínculos de sangre (Mc 13,12 ; Lc 9, 59-62 ; 12,49-53 ; Mt 8,21s ).


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